miércoles, 15 de julio de 2009

Capítulo5: El cubo de pollo, el ascenso y los grandes problemas de Tom

Al ver la nota que había en el sobre lo primero que Jack dijo fue –Dime que esto es una broma…– Tom le miró incrédulo –…porque en mi vida he visto una rima más mala– Comentó luego. Tom pensó por un momento como podían haberse enterado de su paradero y lo que es peor aún, quién se había enterado, porque según quien le hubiera encontrado estaba perdido. Podía contemplar el rostro de Jack, que de pronto había cambiado de un semblante incrédulo y chistoso a uno preocupado y no sabía si esto se debía a la preocupación que sentía por Tom o la que sentía por él mismo, en un arranque egoísta por preservar su intimidad. –Espero que no se piensen que estamos liados o a tu mujer le va a dar un ataque– Le dijo finalmente aun con la expresión seria, y dicho esto se fue hacia la cocina –A mí este tipo de cosas me dan hambre– Le gritó desde la cocina –¿Quieres algo de comer?– Tom mientras tanto no podía pensar en otra cosa que no fuera el sobre de entre sus manos y la reacción de su esposa al enterarse de donde estaba. Tiempo le faltaría después para presentarse allí, no se lo quiso ni imaginar. –Jack, sé que no es problema tuyo… y no quiero que tengas problemas por mi culpa, así que entendería que quisieras que me marchara– Entonces Jack corrió hacia el sofá se le puso delante y le señaló amenazadoramente –Tú no te mueves de aquí; además si tú te fueras… ¿quién me pagaría a mí el alquiler hasta que encontrara trabajo?– Jack necesitaba una excusa para obligar a Tom a omitir su marcha, así que creyó oportuno utilizar el egoísmo como hilo conductor, pues Jack era de los que creían que el fin justifica los medios. Finalmente Tom cedió, como era de esperar, y el efecto manipulador que Jack había ejercido sobre él había podido con la obsesión de culpabilidad de este.Jack se fue a la cocina por segunda vez –Si no dices nada decidiré por ti– Le gritó desde la cocina, pero Tom no podía decir nada, estaba demasiado preocupado como para comer, más preocupado incluso para respirar. Se quedó allí, mirando las fotos y la nota, sin saber qué hacer ni qué decir; contempló incluso el hecho de llamar a su mujer, pero luego pensó que si aquella especie de detective anónimo no le había dicho nada aún aquello sería adelantar el problema aún más, lo que no le convenía; además, ¿qué le diría después de tanto tiempo? Tanto tiempo moral, por supuesto ya que el tiempo que había pasado desde que se fue hasta entonces era poquísimo.
Jack puso mesa para dos. La mesa era cuadrada, para cuatro así que sobraban sitios, pero se pusieron uno frente al otro –Tenemos que hacer algo, si descubre dónde estás, tu mujer y su familia te meterán tal demanda que terminarán de pagarla tus nietos. – Tom no abrió la boca, su nivel de preocupación se disparaba por momentos y cada vez se sentía más impotente y deprimido. – ¿Pues sabes que te digo? Que vamos a salir, tenemos que dejar de pensar en los problemas y las soluciones vendrán solas, o eso decía mi abuela– Tom miró a su amigo a los ojos, no creía que eso fuera a resolver su problema, en realidad pensaba que lo agravaría, pero ya nada podía ir peor, ya nada le importaba, así que salieron a divertirse una vez más.

Mientras tanto alguien aguardaba detrás de la esquina de su misma calle, observó como salían y les siguió hasta un bar de copas del centro, y pidieron al camarero un mojito cada uno. Su perseguidor andaba cerca, pero no advirtieron su presencia. Estuvieron hablando y bebiendo hasta las tres de la mañana, más tarde se marcharon como pudieron a casa, no tuvo nada interesante que escribir ese día, nada para incriminar más de lo que ya tenía, así que subió al coche y se fue a casa. Llegó sobre las cuatro de la madrugada, aunque no le importó demasiado ya que no tenía un trabajo fijo. Andaba de aquí para allá cobrando por lo que le mandaban, iba con la cámara de fotos donde le decían y siempre esperando que surgiera un comprador mejor para su obra; nunca entregaba el trabajo recién hecho, esperaba pacientemente alguien a quién le interesara más y el que más pujara se quedaba con el trabajo. Esta vez la habían contratado los Marries ya que el marido de su hija se había casado hacía muy poco y su marido acababa de desaparecer, pero le había encontrado. Sabía que se escondía allí, en Nueva York, que convivía con aquel tal Jack y que posiblemente tuvieran una relación. No había nadie en casa, casi nunca había nadie porque prefería la vida en soledad le resultaba difícil convivir con alguien compartiendo piso, aunque de vez en cuando le gustaba disfrutar de un poco de compañía, por eso no entendía como Tom se podía haber ido a vivir con alguien al que prácticamente ni siquiera conocía. Sintió como si se le escapara algo y decidió que debía investigar más, de todas formas ya era muy tarde así que decidió irse a dormir.

Al día siguiente nada más salir de casa Tom miró a los dos lados de la calle, no porque tuviera que cruzar la calle, más bien porque tenía miedo de que le siguieran. Cogió el metro como cada mañana para dirigirse a la oficina y se dio cuenta de que había llegado a su parada justo cuando el metro empezaba a hacer la señal del cierre de puertas, así que no le cerraron en las narices de milagro. Justo delante de la boca de metro se alzaba el colosal edificio de Fashion & U y desde allí imponía mucho más que desde dentro. Nada más entrar dejó las cosas en su escritorio y empezó a atender llamadas, después se dio cuenta, su jefa no había llegado aún. Dos horas más tarde ella apareció con un cubo de estos de los restaurantes de comida rápida lleno de alitas de pollo. Tom se quedó boquiabierto al ver el tipo de desayuno que era capaz de asimilar en el cuerpo la mujer, entonces ella le miró desde sus anticuadas gafas de media luna – ¿Qué narices estás mirando? Por mucho que me pongas ojitos tiernos no te voy a dar. Y trae algo para regar esto anda que ya estás tardando– dijo ella berreando de mala manera. Tom pensó que como se le ocurría pensar que le estaba mirando con ojos tiernos si cada vez que miraba a aquella mujer no le salía. Decidió no darle más vueltas y irse a por el café. Pero cuando le estaba trayendo el café solo y con dos terrones de azúcar se dio cuenta de que alrededor de su mesa había un círculo de personas mirando atónitas. Nadie hacía nada y la mitad de los presentes estaban temblando. Tom se acercó más deprisa para ver lo que sucedía y así pudo ver como Agnes estaba atragantándose con un hueso de pollo. –Pero qué estáis haciendo, ¿alguien ha llamado a una ambulancia?– dijo Tom al borde de la histeria. Vanessa corrió hasta el teléfono de su mesa y marcó el número rápidamente y los demás fueron a avisar a algún superior para decirle lo que estaba ocurriendo. Únicamente Marshal y uno de los gemelos, Tom aún no podía distinguirlos se quedaron a su lado mientras él intentaba reanimarla mediante un masaje cardíaco. No sabía como tenía colocado el hueso del pollo en la garganta así que pensó que quizás el boca a boca no sirviera ya que era posible que su jefa tuviera la tráquea obstruida completamente por el hueso, así que se decidió a pedir a sus compañeros un bolígrafo de estos que pueden desmontarse, y le hizo un orificio justo en la tráquea para que pudiera respirar. Justo entonces apareció el jefe que se abrió paso entra la multitud de sus acompañantes preguntando “¿Qué pasa aquí?” y al verlo llamó a la ambulancia de nuevo para asegurarse de que venían segundos después ya se escuchaba la sirena de la ambulancia bordeando la calle. Se la llevaron en cuestión de minutos y todo el mundo empezó a murmurar y a mirarle. Tom se sentó en la silla de su jefa y miró el cubo de pollo que había caído al suelo bocabajo y pensó que justo era lo que había necesitado, un susto para replantearse toda su vida, esos hábitos de alimentación, esos hábitos de tratar tan mal a todo el mundo y una serie de cosas que no podían continuar así. Estando sentado no se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo sentado allí y que el jefe se estaba acercando donde él se encontraba. Él chico se dio cuenta cuando no quedaba tiempo para reaccionar y solo se levantó apresuradamente de la silla y nervioso por si le decía algo de porqué no estaba trabajando. –Mira Tom, quería proponerte, ya que veo que te queda bien el sitio si quieres ocupar el puesto de Agnes hasta que ésta se recupere, solo para ver si estás más capacitado de lo que creemos y como “premio” pos haberle salvado la vida a una de nuestras redactoras. – le dijo el jefe. A Tom le desapareció el nerviosismo de golpe y entonces le asaltaron las dudas –Verá, me halaga mucho que tenga tan buena impresión de mí, pero como usted comprenderá es mi segundo día trabajando aquí y me temo que pueda venirme un poco grande el puesto– Le dijo él sin entender lo que le estaba proponiendo –Yo creo en ti Tom– Dijo el hombre poniéndole la mano en el hombro y sonriendo en señal de aprecio. –Entonces… ¿quién atenderá los recados para Agnes y para mí? Me parece demasiado trabajo señor– Le replicó Tom –Tenemos tiempo de buscar a una secretaria, a un redactor no, el puesto es tuyo necesitamos un artículo en dos días ya sabes en qué columna trabaja Agnes, ¿no? Puedes trabajar en casa para este artículo, luego vuelve, ya tendremos una secretaria para ti– Dicho esto se marchó. Tom recordó el momento “secretaria, redactor” y pensó que su jefe era un poco machista, al fin y al cabo él era secretario… hasta ahora. Ya no había vuelta de hoja y tenía que terminar un artículo que no había empezado en dos días, y claro está documentarse sobre el tema. Tom no tenía ni idea de nada sobre la salud para el cuerpo así que decidió irse a casa y trabajar en el tema, justo entonces Vanessa le abordó en la puerta –Me parece muy heroico lo que has hecho hoy Tom, estoy segura que la mayoría de gente que había mirando solo quería asegurarse de que se moría– dijo riendo tímidamente –ha sido muy gentil por tu parte ayudarla– Tom pensó entonces que tal vez ella le pudiera ayudar. –Vanessa ¿Tú por casualidad no sabrás nada de la columna que escribe Agnes? Es que el jefe me acaba de conceder su puesto temporalmente y me ha dado dos días para escribir un artículo que no sé de qué va, así que comprenderás que me sienta un poco perdido ¿no? Me gustaría que me ayudaras– Ella se quedó pensativa unos segundos –Por supuesto que sí, pero espera a que termine el horario laboral, no quiero dejar colgado a Will. Will es mi jefe ¿sabes? Es un chico joven y simpático pero está un poco deprimido porque no consigue que las mujeres se fijen en él… así que más que atenderle las llamadas le doy apoyo moral, así se anima un poco, de todas maneras si te va bien luego podría pasarme por tu casa– Tom asintió con la cabeza y le apuntó la dirección en una servilleta, luego recogió sus cosas, se puso las manos en los bolsillos y salió del edificio con intención de marcharse a casa. Quería tumbarse un rato en la cama para asimilar todo lo que le había pasado en el trabajo hoy. Así que nada más llegar se tumbó en la cama. No había nadie en casa. Eran tan solo las once y cuarto de la mañana y sabía que Jack no vendría hasta las dos, y que Vanessa tal vez se presentara de cinco y media a seis, así que pensó en tomarse una pastilla para el dolor de cabeza y echarse a dormir hasta que Jack le despertara.







Doy las gracias otra vez a mi suoer aichi jiii ^^. por los dibujos.

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