lunes, 6 de julio de 2009

Capítulo 4: Noviazgos fructíferos y noviazgos destrozados


El día de Tom fue bastante peor en relación al de Jack. Tom era un recién contratado en una revista de moda, la revista “Fashion & U”. El secretario de una de las redactoras con una de las posiciones más bajas de la revista. El primer día le informaron sobre todo lo que tenía que saber en la empresa. Marshal, que así se llamaba el hombre que le había entrevistado un día antes se dedicó a enseñarle las oficinas, y estando de pié a su lado y no detrás de aquella fría y amenazadora mesa de escritorio, parecía un tipo amable, aunque un poco singular. Puede que fuera su colorida ropa, atrevidos colores, pero siempre a la moda o quizás ese acento inglés tan pijo o su altura, casi alcanzaría el metro noventa, pero no le daba tanto miedo como el día anterior. Entraron al departamento y cruzaron varios pasillos en los cuales todo el mundo trabajaba frenéticamente, le llevó hasta una gran estancia en donde las paredes eran plafones para separar el espacio, supuso que para aprovecharlo al máximo, a excepción de unas grandes puertas de roble que habían al lado del pasillo de la entrada. Había seis puertas de roble, tras las cuales se escondían los peces gordos, o eso creía su mediocre lógica. –Tú trabajarás con Agnes Smith, es la redactora de la columna de “Salud para tu cuerpo” y tú serás su secretario, ¿De acuerdo? – y sin esperar siquiera a que contestara prosiguió –Bien, pues ahí te dejo, preséntate y dile que le harás los recados, no te enrolles, así ella estará contenta. Venga suerte– Dicho esto se fue. Tom se quedó solo frente al escritorio y detrás del plafón sabía que se encontraba su jefa, así que fue a presentarse. Salió de detrás del plafón y poniéndose en frente suyo dijo: –Buenos días, soy Tom Barris, desde hoy seré su secretario, espero que…– sí, entonces se paró de golpe. La miró de arriba abajo sin darse cuenta, una gran indiscreción por su parte, ya que erróneamente Tom había pensado que la columna de “Salud para tu cuerpo” debería haber sido regentada por alguien rebosante de salud y lo que esa mujer ofrecía sin duda era un evidente sobrepeso, una sonrisa inexistente y una cara de odio que no le daba muy buena impresión; además de su peculiar apariencia física también le habló, para terminar de rematar la jugada –No me vengas de buenas a primeras haciéndome la pelota, chico. No me gustan los pelotas; vete un rato y vuelve con un café para mí anda y a ver si eres rápido que tengo que empezar a trabajar ya– Dicho esto, la extraña mujer se rascó la entrepierna como si fuera un animal o simplemente alguien muy mal educado y se sentó con desgana en su silla sin tener en cuenta que posiblemente el respaldo del asiento no duraría por mucho tiempo si seguía sentándose así aunque, por como era, supuso que no debía importarle mucho; así que después de pensar esto se marchó a por el café de su jefa, más tarde se dio cuenta de que ni siquiera sabía como le gustaba el café así que se preguntó si sería malo volver para preguntar, se sintió en peligro así que no se le ocurrió volver y consideró algo que creyó más inteligente, preguntar a sus otros compañeros de trabajo; y después de la jornada laboral volvió a casa, llovía y no se había llevado paraguas, pero nada de eso le importaba, solamente tenía en mente el horroroso día que había tenido.Llegó a casa y nada más abrir la puerta vió salir a toda prisa una sombra que se escurrió por las escaleras; extrañado cerró la puerta tras de sí y señalando la salida le preguntó a Jack: –Dios mío, ¿Por qué has metido a Twister en casa? No habrá destrozado nada, ¿verdad?– Le dijo con los ojos como platos –Que va… si es muy dulce… ¿Qué dices de un tornado? No, hombre si era Ryan– Tom puso los brazos en jarras – ¿Y puedes decirme por qué narices has dejado entrar a casa a ese loco otra vez? ¿Y qué narices te ha dicho?– Le dijo enfadado –Más bien ha hablado poco… y le he dejado entrar porque le he invitado yo. ¿Sabes lo que pasa? Resulta que esta mañana he adoptado un tipo de actitud… que le ha atraído y no sé por qué, y nada que se ha venido conmigo y hasta ahora. ¿Te apetece un whisky? Pareces cansado– Dijo dirigiéndose hacia la cocina. –Pues ya ves… ¿Y ha dejado a su novia entonces? No, lo digo más que nada porque si se ha venido contigo será porque lo ha aceptado por fin, ¿no? – Jack cogió dos vasos les puso hielo y de espaldas a su compañero le dijo –Bueno… y hablando de cosas que han pasado hoy… ¿Qué tal te ha ido tu primer día?– Tom no se dio cuenta de que había cambiado de tema y aun si se hubiera percatado no le habrá dicho nada, pues estaba demasiado deprimido como para llevarle la contraria. –Mi jefa es un asco, no soporto que se rasque la entrepierna en público…– entonces Jack se giró y le puso cara de perplejidad, aunque Tom enfrascado en lo que contaba no se dio cuenta –…eso para empezar, luego además me ha pedido un café y como no me he dado cuenta de que no le he preguntado como le gustaba les he tenido que preguntar a mis compañeros. No sabes la de raros que tengo como compañeros– Jack se acercó con los vasos y le tendió uno a su amigo, este se quedó mirando el fondo del vaso como si buscara algo, puso los ojos en blanco y siguió –Bueno, el caso es que le pregunté a una chica guapísima, una tal Sophie, me parece; ella me ha dicho que ella solo sabe hacer el café del señor Angus y que lo siente mucho por mí, que Agnes tiene bastante mala fama y mucha mala baba. Después ha venido Vanessa, una chica muy simpática por cierto, pero la verdad es que no era muy… como diría… muy agraciada. Ella me ha dicho como le gustaba y que más valía que no se me olvidara, porque sino me lo haría pagar, bueno hay unos cuantos más, pero no les conozco y tampoco sé nada de ellos, supongo que con el tiempo les conoceré más– Jack se rió por lo bajo –Creo que ni en un millón de años, están todos locos– dijo riéndose alocadamente –Perdona, pero es que la situación es surrealista, tu jefa ahí… Dios mío– Entonces un timbre inesperado rompió la cotidianidad de la escena doméstica. Jack se extrañó, y al ver que se extrañaba también se extrañó Tom –Quizás sea Ryan, se puede haber dejado algo– Dijo Tom. Jack no parecía tan convencido como él –Tengo un mal presentimiento– Jack fue a abrir la puerta y le encontró allí, a Ryan, sí; pero más serio de lo habitual y con un sobre marrón de estos largos en la mano. –Jack, te juro que no sé de qué va esto, pero como yo tenga algo que ver o mi novia se entere de algo te vas a enterar. Mi noviazgo es lo suficientemente fructífero como para que ahora vengas tu y…-–Yo no he hecho nada que tu no quieras ¿Qué narices es esto? Y si no sabes nada de esto ¿por qué eres tú el mensajero?––Ha venido un hombre en una limusina negra y me ha dicho que era para Jack Wells y Tom Barris, yo no sé en qué narices os habréis metido pero yo no quiero formar parte de esto así que me marcho– Dicho esto le dio el sobre a Jack y él mismo cerró la puerta sin decirles adiós ni despedirse siquiera.–Ábrelo, a ver que es– Le dijo Tom. Jack se sentó en el sofá, a su lado, había fotos de ellos dos la noche que salieron de marcha. Luego también había una carta de estas que están hechas con distintas letras de revistas i periódicos. Ponía “El heredero de la casa Marries se ha fugado, pero lo hemos encontrado. Su mujer se habrá alegrado, cuando se dé cuenta de que su matrimonio no se ha destrozado”.
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(quiero agradecer la colaboracion de la caracterización a mi queridisima amiga Ai [I love UU ^^.♥])

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